Juan Francisco González

Curador
Pedro Maino

Fecha publicación
01 de diciembre de 2022

Obras de Juan Francisco González
¡Vengan a ver estas rositas! Es lo último que he hecho. Estoy contento de ellas. Son puras, alcanzadas, frescas. Son cándidas: tienen la esencia misma de los modelos. Así había querido yo siempre llegar a pintar. Así. Hoy lo he alcanzado. Y no estoy contento, sin embargo…
Juan Francisco González, entrevista en el diario La Nación, 10 de abril de 1929
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Acudamos al llamado del maestro. Es primavera y las flores de los campos y jardines han brotado, al igual que las flores de sus cuadros. Todo parece renovarse. Sigamos los pasos de don Juan Pancho por los intrincados senderos de los suburbios, admiremos la belleza de un rancho ruinoso asediado por las hierbas y las flores, sentémonos en la tierra a dibujar con la velocidad de un rayo el pequeño botón que comienza a abrirse.

Enfrentarse a las obras de Juan Francisco González será siempre una lección de pintura y una de vida. La emoción con que recordaba sus clases en la Escuela de Bellas Artes refleja la intensidad de su mensaje: “¡Mi clase florecía! ¡Era una explosión! ¡Qué de croquis! Cada clase me robaba la energía y me dejaba, después, tendido en el lecho horas enteras. ¡Es que me daba entero a eso de enseñar, de hacer brotar lo que se siente, de encender el fuego divino en otras almas más jóvenes, más perennes que la de uno…!” (Entrevista en el diario La Nación, 10 de abril de 1929).

Hoy son sus obras las que nos transmiten ese ardor, esa devoción que sentía por su oficio. Los invitamos a conocerlas, porque encontrarán no solo la esencia de su modelo, sino también la esencia del mensaje del maestro.

Bodegón

“El embrujamiento con la flor, que le duró medio siglo, recuerda la servidumbre del beato Angélico con la gente alada y la de Corot con los árboles de gran alzada. El Puck o duende floral se lo debió ganar desde la infancia y lo ató a su servicio por un hilo de araña que nadie vio, pero que le envolvería hasta la semana de su muerte. Él las pintaba a manotadas de pasta, sin que resultasen bastas, o con unas astucias de niebla “que es y no es”; él las daba a bocarradas de color por un pincel que parecía su ventosa; y un día después su operación era la puesta con unos jazmines logrados sin tacto a puro aliento volador.
La flor fue, más que la mujer, la persecución de su oficio y el hormigueo de sus sentidos. ¿Qué se dirían los dos en 50 años de tenerse y saberse, el viejo pagano y la flor más desasida del suelo que el suffi, la pasajera y el que duraba? Los dos pares de ojos, el febril y el siempre fresco, vivieron mirándose fijos como el lapidario y su gema, quietos de adoración y de entendimiento.
Gabriela Mistral, “Recado sobre el maestro Juan Francisco González”, 1944

Paisajes

“Juan Francisco González fue para mí, y para muchos, un maestro. Yo tenía ojos, pero él me enseñó a ver. Siempre busqué la soledad, él me hizo amarla. En torno de mi casa se extiende un suburbio pobre y triste, él me reveló su belleza.
Andar en compañía de González era un sonreír a las hierbas humildes, un comprender el acento de los rostros campesinos, un cantar la gloria de los frutos, un enmudecer de emoción ante el llamado que emerge de los rincones ocultos o sube de los abiertos panoramas”.
Pedro Prado, “Discurso fúnebre”, 1933

“Juan Francisco quiso despertar la geografía espiritual de un Chile todavía colonial y la despertó bastante dejándole muchos ojos abiertos de par en par”.
Gabriela Mistral, “Recado sobre el maestro Juan Francisco González”, 1944

Retratos

“Nunca hizo violencia a su obra: no se empecinó por lograrla. Confiaba en su amor. Se entregaba a la pintura cotidiana de un modo espontáneo, ágil, llevado por una suerte de frenesí. Por eso hay en muchos de sus cuadros cierta calidad especial de flor que se ha cogido sin ajarla, de sonrisa que se obtuvo sin engaño, de amor que respondió al amor que le había hecho nacer”.
Pedro Prado, “Discurso fúnebre”, 1933

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Agradecimientos. Agradecemos a todas las instituciones públicas y privadas, así como a los coleccionistas particulares, que han permitido la exhibición de sus obras en esta exposición.