Biografía
«Mi contento mayor ha sido, mi negrita, porque he podido comprobar que yo he seguido el camino del arte moderno y con poco podré quedar en forma seria al día en materia de modernismo».
París, 2 de abril de 1922
Ramón Alberto Valenzuela Llanos (1869-1925) es uno de los principales exponentes de la pintura de paisaje en Chile. Nacido en la ciudad de San Fernando, se mudó a la capital del país para ingresar a la academia de pintura en 1887, donde tuvo como principal maestro a Pedro Lira. Inició su participación en los salones oficiales que entonces se celebraban en el Partenón de la Quinta Normal en la década de 1890, haciéndose merecedor de numerosos reconocimientos que le permitieron obtener una beca del gobierno para continuar con su formación en París.
Su arribo a París en abril de 1901, que él mismo definió como “la patria del progreso y de las Bellas Artes”, representó un cambio significativo en la forma de entender su oficio. El hallazgo de los alrededores de la capital francesa como espacios idóneos para la práctica pictórica, y que luego buscará tras su regreso a Chile, marcará un antes y un después en su obra. Se trataba de lugares no solamente ricos en asuntos o motivos para sus cuadros, sino también con una atmósfera afín a su sensibilidad.
Permaneció en Europa hasta el año 1906, momento en que regresó definitivamente a Chile. Sin embargo, siguió siempre vinculado a Francia, participando activamente en sus salones oficiales (alcanzó la medalla de plata en 1913), colaborando con los artistas franceses afectados por la primera guerra y realizando exposiciones individuales en París.
En Chile continuó desarrollando su labor, frecuentando ciertos lugares que se volvieron emblemáticos en su obra: el fundo Lo Contador en Santiago, el Cajón del Maipo, Lolol y Algarrobo. Se desempeñó también como profesor en las Escuela de Bellas Artes. Su muerte temprana interrumpió bruscamente una época de sorprendente actividad: celebró una exposición individual en la Gallerie Allard de París en 1922, otra en Buenos Aires en 1923 y una última en la sala Georges Petit de Paris en 1924. Ya había iniciado las gestiones para su exposición en el Museo del Prado en 1925, con la colaboración de su director, Fernando Álvarez de Sotomayor, pero la muerte le impidió inaugurarla.
Ni el éxito ni la indiferencia hicieron nunca mella en el espíritu laborioso y exigente del artista. Tampoco lo afectaron los nacionalistas ni los snobs, que quisieron instrumentalizar su obra, constriñéndola a sus criterios. El valor de la obra de Valenzuela Llanos no reside en su carácter nacional ni en su cercanía o distancia con el impresionismo francés. Su mérito consiste, entre otras cosas, en haber desarrollado un lenguaje pictórico capaz de conciliar su temperamento, melancólico e inquisitivo, con su singular manera de ver el paisaje, sin ninguna restricción fronteriza.
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